En un esmerado castellano Armand
despidió al taxista y entró al hotel con todo el sigilo del que fue
capaz. No tomó el ascensor, prefirió las escaleras. —Estarán
menos concurridas —Pensó. Era evidente que no quería que nadie
pudiera identificarlo, para eso también había elegido un traje
bastante anodino pero cierta elegancia en sus movimientos lo
delataba.
Esperó varias horas casi a oscuras en
su habitación mientras miraba en silencio insistentemente al
teléfono. Tenía que estar alerta y evitar quedarse dormido. Estaba
convaleciente y su estancia en el hospital lo había debilitado.
Tenía que recuperarse, recuperarse…pronunció estas palabras al
tiempo que no pudo evitar quedar profundamente dormido.
Sobre la cama, tenuemente iluminada por
las farolas de la calle, se adivinaban varios pasaportes y alguna
cantidad importante de euros. También había algunos cientos de
dólares junto a su chaqueta gris. Ahora Armand dormía plácidamente
en un cómodo sillón de orejas en una agradable habitación de
hotel.
Se deslizó una sombra junto al balcón
de su habitación. El rayo de luz casi naranja que entraba desde la
calle se interrumpió brevemente a su paso. Quien quiera que fuese
tenía un cuerpo atlético que había embutido en ropa oscura y muy
ajustada. Se movía en silencio, y en silencio abrió la puerta de
corredera del balcón al tiempo que apuntaba con un revólver
directamente a la cama del francés. Un intenso destello despertó a
Armand incluso antes de oír la detonación. La sombra salió
rápidamente por donde había venido.
—Buenas noches Don Gilbert, debe
disculparme, pero algunos clientes han oído un fuerte ruido y… —El
francés lo interrumpió con un gesto, y sin decir palabra alguna
señaló hacia el suelo mostrándole una estantería que
adecuadamente había colocado en el suelo junto a varios libros y
alguna botella. Luego añadió con una inusitada tranquilidad –—Lo
siento, ha sido un pequeño accidente —La noche se hacía espesa y
peligrosa. Lo habían encontrado y debía tomar rápidamente alguna
decisión.
***
En el otro lado de la ciudad Elena no
podía dormir por más que lo intentaba. Con el pulso ya firme pero
con su corazón marcando con fuerza el ritmo de los segundos sostenía
la nota de Gilbert que leía una y otra vez:
Te deseo lo mejor para tu salud.
Necesito tu ayuda.
Estaré dos semanas
en el Hotel Atlántida.
¿Puedes hacerlo?
Un beso tierno.
Gilbert.
Todo su pasado se le desataba en un
torbellino de sensaciones al ritmo de los latidos de su corazón.
¿Por qué no? Tenía que intentarlo. Estaba decidida.
Sus tacones resonaban con determinación
en el silencio de la ciudad mientras caminaba hacia el hotel.
Esperaba que el recepcionista le hubiera dejado a Gilbert su mensaje.
No podía esperar más. Venía soñando, sólo soñando, desde hacía
ya muchos años en algo así. El destino le presentaba un reto
mientras sus ojos se tornaban rojos y ámbar primero o verde
esmeralda después al ritmo caprichoso de los semáforos de cada
cruce. Necesitaba desesperadamente algo de tiempo para pensar, pero
sólo podía dominar a ratos su ansiedad esperanzada.
Reconoció desde lejos la silueta de
Gilbert en la acera frente a la puerta giratoria del hotel. Armand
esperaba ver a Elena descender de un taxi. En apariencia tranquilo
comenzó a andar a ninguna parte cuando el silencio de la noche le
llevó el rumor de unos pasos de mujer; se giró lentamente y allí
estaba Elena que se había detenido a escasos metros de él cuando
con una sonrisa irresistible le dijo en francés, casi susurrando:
—Bonne
nuit ma chère Elena —Ella
quiso guardar aquella imagen para sus recuerdos y prolongó algunos
segundos el silencio mientras observaba a Gilbert delante de una
florida buganvilla bajo las luces cambiantes de la ciudad dormida.
***
¿Quién es el autor?
ResponderEliminarHa tomado el testigo y ha creado una buena atmósfera.
Recordar que el primer capítulo está narrado en primera persona.
Seguiremos comentando
Y recordar también que en el primer capítulo Gilbert era británico. Surge la duda con el francés de las frases que le dice al final del capítulo a Elena. Y el francés es Armand? que también acaba de salir del hospital?
ResponderEliminarUn capítulo con una atmósfera bien cuidada, me gusta el tono que emplea.
Chicos buen inicio.
Yo creo que Gilbert sigue siendo el mismo del primer capítulo, recordemos que procedía de un pueblo de la Bretaña francesa y su acento era francés, no británico, el personaje no ha cambiado o por lo menos yo lo entiendo así.
ResponderEliminarArmand y Gilbert son la misma persona.Recordar que tiene varios pasaportes. Y recordarle a Inma que Gilbert es francés desde el primer capitulo, y no británico.
ResponderEliminarPerdonadme, es que cuando lo leí al decir de la Bretaña pensé en Gran Bretaña y no en la francesa. Un despiste lo tiene cualquiera.
ResponderEliminarPero hay que aclarar que Armand y Gilbert son la misma persona.
Bien empieza esto. No obstante hay que tener cuidado con una cosa, lo digo para los sucesivos capítulos, como recomendación. Se vislumbra un narrador en primera persona (Elena). El narrador es ella, luego habrá que tener cuidado con contar cosas que ella no haya podido ver como la escena de la habitación, por ejemplo. Tened mucho cuidado con esta trampa literaria. Para contar hechos que ella no haya visto pero que necesitamos contar, tenemos que ponerlos en voz de un testigo de la escena o del propio implicado. Si no, habría que elegir un narrador omnisciente, es decir, que sea una especie de "ojo que todo lo ve".
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