domingo, 17 de marzo de 2013

Capítulo XIV

Eran las dos y media de la tarde, cuando por fin, decidimos salir a almorzar algo.Teníamos hambre, sobre todo yo, ese bebé demandaba cada vez más y más comida y yo notaba la sensación de fatiga ronroneando en mi estómago, cual león hambriento.Nos dirigimos a un restaurante cercano y comenzamos a pensar; el contacto con Roma parecía inevitable,pero¿en vez de la vacuna qué le daríamos sin levantar sospechas?.Estábamos bloqueados, no encontrábamos una solución al respecto.Sonó el móvil de Armand, era Miriam, quería encontrarse con él esa misma tarde.Armand me miraba dubitativo,haciéndome un gesto inquisitivo de no saber qué decir, al final, quedó con ella a las seis de la tarde en un pequeño parque cercano.Nos miramos unos segundos...adivinabámos el peligro que nos acechaba.Armand buscó y apretó mi mano con firmeza,calmando así el miedo que se estaba apoderando de mi.Subimos a la habitación para hablar con más intimidad y tranquilidad.Una vez allí, pensamos en que podríamos ir a un hospital e intentar hacernos con una especie de preparado que tuviera las mismas características en cuanto a su color y forma que la vacuna original,pero¿cómo lo haríamos? ¿qué diríamos, que somos doctores,estudiantes en prácticas,residentes,...? esto último parecía más creíble.

Fuimos sin demora a por unas tarjetas identificativas, no teníamos problemas para conseguirlas ya que en la ONG estábamos surtidos de ellas.Cambiamos los nombres,escaneamos fotos y bualá, todo parecía encajar muy bien.Buscamos en una tienda de uniformes unas batas blancas y hacia el hospital que llegamos.Nos dejaron entrar y pasamos a la planta correspondiente.Una vez allí, contactamos con Silvia, una amiga enfermera del hospital,que me debía algunos favores personales ,y conseguí que se hiciese con una especie de suero de la verdad que se asemejaba mucho a la vacuna en cuestión.Nos lo cedió sin mayor problema y nos fuimos raudos y veloces del lugar.Esperamos el contacto del Vaticano y al final,llamaron al móvil de Armand; una voz varonil,de mediana edad dijo de manera concisa y clara: -Nos veremos en la plaza sobre las cinco y media,llevaré puesta una bufanda azul oscuro y un abrigo negro con solapa gris_y colgó de forma muy brusca.A continuación, cogimos el suero lo introdujimos en la caja y rezamos para ver si no nos ocurría nada y salíamos ilesos de este gran embrollo en el que estábamos sumidos. Llegamos a la plaza sobre las cinco y cuarto; un frío gélido nos golpeaba la cara sin compasión alguna, el cielo estaba de un color gris plomizo, amenazaba tormenta ó por lo menos lluvía bastante intensa, miramos a un lado y a otro no aparecía nadie,comenzó a llover, una lluvía muy fina y débil que en cuestión de segundos se tornó en un enorme chaparrón. Armand y yo,cogidos fuertemente de la mano, esquivávamos sin suerte los grandes charcos a la vez que intentabámos buscar un lugar seguro para resguardarnos de aquellos goterones que nos atravesaban de lado a lado toda la ropa,toda la piel,empapándonos hasta lo más profundo de nuestro ser. Conseguimos llegar a un portal,en lo bajo de un edificio antiguo, nos quedamos allí largo rato ateridos de frío,esperando que escampara esa enorme tromba de agua y al final,igual que después de la tempestad viene la calma, así ocurrió,todo se volvió a quedar tranquilo y en calma. Decidimos ir de nuevo a la plaza a ver si encontrábamos a nuestro contacto.

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