domingo, 24 de marzo de 2013

Capítulo XV

Los latidos de mi corazón no me dejaban oír, nuestras manos sudorosas se tornaban y entrelazaban con gran fuerza. Todo parecía en calma en la plaza no había nadie solo Armand y yo cuando de repente: (PUM, PUM, PUM (corazón)) se detuvo el tiempo….Miram apareció en lo alto de la plaza venia caminando sutilmente se paro a dos metros de nosotros, metió la mano en su bolsillo; un arma pensé, agarrando fuertemente la mano de Armand, el cual me aparto de su lado y se puso delante. Cerré los ojos cuando de repente un fuerte estruendo sacudió el cuerpo de Arman…minutos después me di cuenta de que algo fallaba abrí los ojos y contemple el cuerpo de Armand cayendo hacia delante y yo salpicada de sangre. NO PODIA SER..... ¿Por qué caía hacia delante si fue Miriam quien le disparó? ¿Por qué iba a tener yo sangre de él?, cuando finalmente pude ver delante de mi vi a Miriam pálida como las estatuas de la plaza con una carta en su mano. ¿No tenia sentido? ¿Quién iba a matar entonces a Armand? ¿Quién mataría al padre de mi hijo? Se oían gritos a lo lejos Miriam se acercó corriendo a mi, me agarro fuerte del hombro y me llevó justo a detrás de una estatua allí me acurrucó, no sentía nada ni frió ni calor, ni miedo ni tristeza, todos los sonidos a mi alrededor se tornaban como si estuviera en el fondo de una piscina y alguien gritara por mi desde fuera, era todo tan hermético. Mis ojos seguían clavados en el cuerpo sin vida de Armand, pero de ellos no salía ni una lágrima de dolor. Intentaba moverme y no podía… de repente Miriam me agarró la cabeza y me dio tres cachetadas y me sacó de mi ensimismamiento reaccioné y empecé a llorar. Me cogió y fríamente me miro y me dijo en un español perfecto—muy bien espabila o muere – tras esto me cogió por el brazo y salimos corriendo de la estatua a una calle colindante, de repente empecé a notar pequeñas ráfagas de aire que cruzaban por nuestros pelos al viento acompañado de un extraño zumbido cuando en uno de las zancadas de la extraña que me salvaba la vida uno de esos zumbidos le llego a una de sus piernas; fue entonces cuando entendí que nos estaban disparando, me tropecé con su pie y salimos las dos rodando hasta afortunadamente llegar al callejón. Fue allí donde me percate que Miriam estaba llena de sangre y tenía varias heridas en su torso. Fue entonces cuando sus ojos marrones me miraron y me extendió la carta y una llave y dijo casi sin fuerzas de vida -acuérdate de nosotros cuando mates al carbón…. Cerró los ojos lentamente y de su cuerpo salio el último aliento de vida.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Gracias por contribuir con tu comentario. Nos hace que la novela se edifique mejor.